lunes, 9 de mayo de 2011

Día del Trabajador

Ese 29 de Abril de 2011 no fue ni será un día mas para mí. Recorrí los 1200 km que me separan de Buenos Aires con la emoción de siempre, cada vez que me disponía a participar de una marcha. Ganar la calle para llevar adelante el reclamo o la protesta, siempre ha sido la razón ineludible para alcanzar ese estado de vibración en mi alma. Esta vez el principal motivo de tal sentimiento no fue el reclamo ni la protesta, sino el festejo y el agradecimiento. Estas razones tan movilizadores y nobles me hicieron posar mis pies otra vez sobre esas calles porteñas. Ahí me encontraba de nuevo con mi bandera celeste y blanca en la mano, la bandera de Judiciales, la bandera de la marrón. Se alzaba en la altura y flameaba junto a otras cientos de ellas, mis compañeros cantando y caminando a mi lado,  mi mirada emocionada y mi pensamiento que me manda: “que no sea esta la última vez”. A la voz de Judiciales…Judiciales, la columna se abrió paso hasta alcanzar la 9 de Julio. Allí el paisaje me abrumó me apabulló, trabajadores como yo, cubrían el espacio hacia todo lugar, no existía el principio, mucho menos el fin. Los bombos sonaron y sonaron, en una melodía que a esa altura solo competía con mi corazón. Cantamos el himno y sentí como el asfalto tembló, lo que marcó el limite exacto de la máxima emoción, y fue entonces que la primera lágrima brotó y fueron algunas más y Dios quiera que sean muchas pero muchas más. Luego la voz del líder que nos reencontró con la pasión, y mas banderas y mas humo y mas fervor. Que hermosa manera de festejar nuestro día, copando y cubriendo casi por completo la Avenida mas larga del mundo. No había allí otra cosa mas que trabajadores felices. No hubo agresión, no hubo insulto, no hubo agravio alguno. No existió en esos momentos un lugar donde mirar sin encontrar un trabajador. Era el lugar perfecto. Era el día perfecto. Mas tarde vino la reflexión, la que nos invita a soñar y a creer que siguiendo por este camino, el modelo de inclusión y redistribución justa de los ingresos que defendemos a cualquier precio se debe profundizar cada día mas. Y así nos fuimos alejando, saltando, cantando con el pecho inflado de felicidad abrazados al sueño cada vez mas real de una Argentina mejor con Justicia Social Plena, el mismo sueño que abrazaron Néstor, Evita y Perón.  
Aldo González
Ministerios Públicos
General Roca

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